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martes, 12 de junio de 2012

Lo más importante es la gente

         La situación actual a la que se enfrentan las organizaciones es de una competitividad enorme. Una de las causas de esta competitividad es la globalización, la cual ha creado un flujo de comunicación e interdependencia entre los distintos países unificando sus mercados, sociedades e incluso en ocasiones culturas.

           Esta unificación de mercados hace que los que antes solo tenían que competir con organizaciones de su país, se encuentren ahora con más competencia proveniente de otros países.

            Este hecho convierte, en muchas ocasiones, el entorno al que se enfrentan las organizaciones en impredecible, y los recursos tangibles de las mismas, en otras tantas, en insuficientes. Todo esto crea la necesidad de potenciar otro aspecto de las organizaciones, los recursos intangibles.
Es en este momento cuando las personas y sus conocimientos emergen como los recursos más importantes de las empresas, formando el capital humano de la empresa.
En base al libro Capital Intelectual, el valor intangible de las empresas, de J.Roos, N.C.Dragonetti, G.Roos y L.Anderson, el capital humano, junto al capital estructural forman el capital intelectual usando como criterio de diferenciación el capital intelectual “pensante” (capital humano) y el “no pensante” (capital estructural).

 

De este modo el capital humano integra a las personas: su competencia, su actitud y su agilidad intelectual. 

Estos tres aspectos de las personas generan el valor del capital humano: la competencia por medio del conocimiento, de la habilidad, y del talento de los empleados, cubriendo el conocimiento la parte teórica y la habilidad la parte práctica del trabajo; la actitud por medio de la motivación, comportamiento y conducta de los empleados, siendo la primera un elemento esencial en toda organización; y la agilidad intelectual a través de la innovación, la imitación, la adaptación y la presentación, siendo imprescindible en un mundo tan cambiante como el actual la capacidad de aplicar el conocimiento a cada una de las diferentes situaciones que nos encontremos.
          Y por otra parte, importante también, el capital estructural integraría el valor organizativo y de relación, así como los focos externos e internos de la compañía y el valor de renovación y desarrollo. Esta parte del capital intelectual genera valor por medio de todas las relaciones con participantes externos a la empresa (clientes, proveedores, socios aliados), y por medio de variables sistémicas que permiten que la compañía realice sus tareas diarias (rutinas, trámites…). 

Artículo elaborado por Danko Polo Gonzalez.

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